Estos días participo en dos eventos globales fundamentales para el futuro del océano y, por tanto, para el futuro de la humanidad: el Blue Economy Finance Forum (BEFF), organizado en el Principado de Mónaco, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano (UNOC), celebrada en Niza, Francia.
El BEFF promueve el concepto de la economía azul, una visión estratégica que argumenta que proteger el océano no es sólo una responsabilidad ambiental, sino también una decisión económica inteligente. Esta economía abarca sectores como la pesca, el turismo costero, el transporte marítimo, la navegación de carga, la energía marina y más—todos dependientes y cuyo valor podría aumentar con un océano saludable. Actualmente, la economía azul genera alrededor de $1.5 trillones al año y emplea a más de 30 millones de personas. Además, para 3 mil millones de personas, en su mayoría habitantes de zonas costeras, el océano representa su principal fuente de proteínas a través de la pesca.
BEFF fue ideada por mi amigo el Príncipe Alberto II de Mónaco, con quien comparto en la junta directiva de la ONG Pristine Seas. Sin embargo mi intervención en este foro fue como directivo de ORRAA (Ocean Risk and Resilience Action Alliance), una alianza global integrada por grandes entidades financieras como Deutsche Bank y Standard Chartered, las principales aseguradoras del mundo como AXA y organizaciones de la sociedad civil. En BEFF destacamos cómo la mitigación de los riesgos costeros y climáticos puede transformarse en oportunidades de inversión responsable y de creación de empleo, alineadas con fundamentos de la economía azul y sostenibilidad ambiental.
Por su parte, UNOC se enfoca en acelerar el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (ODS 14), dedicado a la vida submarina. Su propósito es revertir la degradación del océano causada por la sobrepesca, la contaminación - especialmente de plásticos, el calentamiento global y la acidificación, que amenazan ecosistemas esenciales como los arrecifes de coral donde inicia la cadena alimenticia.
La salud del océano es vital para la vida humana en la Tierra:
- - Produce cerca del 50 % del oxígeno que respiramos, o sea que cada segundo que respiramos en nuestra vida es cortesía del océano.
- - Absorbe alrededor del 25 % de nuestras emisiones de carbono.
- - Ha capturado el 93 % del exceso de calor generado por el cambio climático — sin esa capacidad de absorción la temperatura media global sería hoy aproximadamente 36 °C más alta.
En este contexto, el trabajo de Pristine Seas cobra especial relevancia. A través de expediciones científicas, alianzas con gobiernos y colaboración con comunidades locales, buscamos proteger los ecosistemas marinos más intactos del planeta. Esta labor se alinea tanto con los objetivos de UNOC como con el enfoque transformador promovido por BEFF.
En síntesis, BEFF y UNOC nos recuerdan que el océano no es solo una víctima del cambio climático: es también una parte esencial de la solución. Si lo protegemos, ganamos salud planetaria, seguridad alimentaria, resiliencia climática y oportunidades económicas para todos —especialmente para los 3 mil millones de personas que dependen directamente de él.